Vamos a gozar el sol
distribuyendo sus rayos
como los abrazos tiernos
de la amada
que hacen olvidar penas
o pesares de la
jornada.
Disfrutemos el verano
lo mismo
que gozamos el inverno
cuando las gotas de la lluvia
ayudan a crecer los barbechos.
No nos quejemos de
la pobreza
cuando creamos
que ella consiste
en a falta de
dinero.
Condolámonos más bien
de la
miseria
cuando está en la falta de valor
en el alma
para enfrentar cada día
penosas tareas.
Corramos más bien
a disfrutar del
nacimiento
y renovación de
la mañana
cuando se llena de
colores el alba,
no sea que nos suceda
como a aquel que sólo desea
atesorar riqueza:
pierde el gusto por
lo elemental,
pues tiene la creencia
en que todo se consigue
con algo de
metal;
se le olvida que lo esencial
es tener un poco de
pan en la mesa
y, al menos, el agua viva
del fresco
manantial.
Vamos a gozar el sol o el invierno
sin imprecaciones
para el uno o el otro
porque ellos siempre
igual llegan
para pobres o poderosos.
Jorge Gómez A. Julio de 1994
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