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martes, 27 de septiembre de 2016

DEL AMOR Y EL QUERER

Mariampoesiasycanciones...

AMA Y HAZ LO QUE QUIERAS
Padre Mariano de Blas, L.C

“Ama y haz lo que quieras”.
Mientras ames a Cristo y por Cristo
a los hombres y por Cristo a la vocación de cristiano
o de consagrado, puedes hacer lo que quieras;
el amor te mantendrá en el justo orden.

Si se dice a la inversa: “Haz lo que quieras y no ames”,
estarás perdido; perdido estuviste tantas veces
por querer hacer tu vida sin amor, perdido estás ahora
por querer hacer y hacer, y no darte tiempo para amar.

Amar a Cristo es tarea sencilla.

Se logra con los detalles de cada día.
Sumados todos los pequeños sacrificios
de una jornada, forman una gran cosecha.
A veces hace uno las cosas, las tiene que hacer,
pero el amor brilla por su ausencia; tantas otras
el amor se supone, pero no existe, y las más,
existe moribundo, enclenque, enflaquecido,
que da pena. Eres lo que amas, vives o mueres
del corazón.

“Ama y haz lo que quieras”: entonces, ama
y despreocúpate de todo. Cada día es una
oportunidad de amar, cada día debes verlo
con la ambición, con la ilusión del enamorado,
que no se conforma con un amorcillo cualquiera,
sino que sólo descansa en el amor eterno
y en el amor total. El amor es la respuesta,
amor apasionado, amor gigante al Gigante del amor.

Si dejas de amar, nadie te salva, pero,
si el amor vigila, no hay porqué temer.

Tienes un peligro ante la vista, el tomar
los propósitos con estilo militar, el olvidarte
del amor por anclarte en el hacer.
Por amor te levantas y por amor te acuestas,
por amor luchas y trabajas y por amor, descansas.
La oración te lanza al amor y el apostolado
lo haces por amor. Si el amor en ti es más fuerte
que la muerte, también tú podrás gritar:
“¿Quién me arrancará del amor a Cristo?”

“Ama y haz lo que quieras”. No quieras complicar
tu trabajo por las almas ni la vida misma,
debes concentrarte en este sólo amar con todo
tu corazón, con toda tu alma, con toda tu menteh
y con todas tus fuerzas. Pregúntate al despertar
cada mañana: ¿De qué nueva forma voy a amar a Cristo?

No seas prisionero de la rutina o del cansancio:
algo nuevo, vivo, fresco, debes encontrar cada día,
que transforme esa jornada en una aventura.

“Ama y haz lo que quieras”: Ama cuando rezas,
cuando trabajas en el colegio o en la oficina,
cuando te encierras en tu cuarto, cuando conduces
el coche o caminas por los campos.

¡Ama! Ama todo lo que puedas, pon tu corazón
a mil revoluciones; el amor, verás, terminará
con todas tus cadenas, las cadenas antiguas
que te hicieron agonizar en la mazmorra.

El amor te llevará a la cumbre de la santidad,
el amor te volverá intrépido en la batalla del Reino;
ama y despreocúpate; pero, cuidado con los enemigos
del amor. Si tu amor muere, habrás muerto tú,
y asistirán a tu sepultura, la sepultura de tus grandes
ideales, las pasiones guiadas por el Padre de la mentira.


 

A MARÍA

Mariampoesiasycanciones...

POESÍA A MARÍA
Elaborada por una Mercedaria en 1920



    Esta es la Madre más triste
    de todas las tristes madres
    a quien, cuando muere un hijo,
    no queda en el mundo nadie.
    Muere Jesús inocente
    y, en la cruz agonizante
    agudas lanzas y clavos
    hácenle derramar sangre;
    agua en su agonía anhela
    y en sed tan inaplacable
    fieros, sin piedad, sus hijos
    le ofrecen hiel con vinagre.

    Resignado Jesús muere
    porque al precio de su sangre
    quiere lavar de sus hijos
    las faltas imperdonables,
    y en las últimas palabras
    que eleva al Eterno Padre
    dice: «Perdón, Padre mío,
    pues no saben lo que se hacen».

    María triste, afligida,
    sintiendo el dolor de Madre
    que ve al Hijo moribundo
    en una cruz infamante.

    Con las sienes taladradas
    por las espinas punzantes;
    con pies y manos abiertos
    por el hierro penetrante
    y herido el tierno costado
    que la dura lanza abre,
    desolada, yerta, sola
    vertiendo llanto a raudales
    y abrazando la cruz, besa
    los pies del frío cadáver
    que de ella pende; el del Hijo,
    que lloran cielos y mares,
    que lloran tristes las fieras
    en el bosque impenetrable
    y con blanda queja lloran
    entre el ramaje las aves.

    ¡Pobre Madre! ¡espera sólo
    que al Hijo de la cruz bajen!
    Y cuando, con un sudario
    lo envuelven para dejarle
    en un sepulcro de piedra,
    allí quisiera quedarse
    por no apartarse del Hijo
    a quien llora inconsolable.

    Y afligida, dice entonces,
    y con voz que temblar hace
    a la tierra conmovida:
    «Ved si habrá en alguna parte
    dolor que igualarse pueda
    a este dolor, que es de madre!»

    Concédeme, Madre mía,
    por pena tan penetrante,
    que tu Corazón traspasa
    como un acerado sable,
    que de mi alma las heridas
    la Sangre de tu Hijo lave.