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martes, 27 de septiembre de 2016

A MARÍA

Mariampoesiasycanciones...

POESÍA A MARÍA
Elaborada por una Mercedaria en 1920



    Esta es la Madre más triste
    de todas las tristes madres
    a quien, cuando muere un hijo,
    no queda en el mundo nadie.
    Muere Jesús inocente
    y, en la cruz agonizante
    agudas lanzas y clavos
    hácenle derramar sangre;
    agua en su agonía anhela
    y en sed tan inaplacable
    fieros, sin piedad, sus hijos
    le ofrecen hiel con vinagre.

    Resignado Jesús muere
    porque al precio de su sangre
    quiere lavar de sus hijos
    las faltas imperdonables,
    y en las últimas palabras
    que eleva al Eterno Padre
    dice: «Perdón, Padre mío,
    pues no saben lo que se hacen».

    María triste, afligida,
    sintiendo el dolor de Madre
    que ve al Hijo moribundo
    en una cruz infamante.

    Con las sienes taladradas
    por las espinas punzantes;
    con pies y manos abiertos
    por el hierro penetrante
    y herido el tierno costado
    que la dura lanza abre,
    desolada, yerta, sola
    vertiendo llanto a raudales
    y abrazando la cruz, besa
    los pies del frío cadáver
    que de ella pende; el del Hijo,
    que lloran cielos y mares,
    que lloran tristes las fieras
    en el bosque impenetrable
    y con blanda queja lloran
    entre el ramaje las aves.

    ¡Pobre Madre! ¡espera sólo
    que al Hijo de la cruz bajen!
    Y cuando, con un sudario
    lo envuelven para dejarle
    en un sepulcro de piedra,
    allí quisiera quedarse
    por no apartarse del Hijo
    a quien llora inconsolable.

    Y afligida, dice entonces,
    y con voz que temblar hace
    a la tierra conmovida:
    «Ved si habrá en alguna parte
    dolor que igualarse pueda
    a este dolor, que es de madre!»

    Concédeme, Madre mía,
    por pena tan penetrante,
    que tu Corazón traspasa
    como un acerado sable,
    que de mi alma las heridas
    la Sangre de tu Hijo lave.

 



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