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4 POEMAS BELLÍSIMOS SOBRE LA INMACULADA
TÚ QUE SURCAS EL AIRE”
de Leopoldo Panero
Tú que surcas el aire y eres aire,
y eres gloriosamente transparencia,
y límpida materia en forma humana,
vuelve hacia mi tu aérea
majestad y reparte
la brisa de tus dedos cuerda a cuerda,
en el son prometido de mi alma
y en la música amarga de la pena.
Tú que estás a mi lado por las noches
velando oscuramente mi pureza,
y meciendo mi trigo jubiloso
y lavando mi risa en agua fresca,
vuelve hacia mí, Señora,
un poco de tu hermosura, y que la vea
mi corazón silente
a través del amor con vista trémula.
Enlaza los sarmientos de mis brazos
en tu misericordia y mi tiniebla
cubre con tu mirada
y tenme en tu regazo la cabeza.
“PEQUEÑA ESCLAVA”
de José Luis Martín Descalzo
“Pero tú has mirado a esta pequeña esclava,
has roto sus cadenas, has quebrantado su yugo,
y le has concedido la única sujeción que es libertad:
la de ser huija y esclava tuya.
Ah, ¡que dulces los hilos con tiras de mi alma hacia la luz!
Tus abrazos abrazan, no estrangulan.
Tú eres libertad, tu amor no pesa,
tu redil de pastor no tiene cerca.
Tú, dueño mío, amante mío, amor.
Eres la única esclavitud que no esclaviza”.
“ELEGIDA POR DIOS ANTES QUE NADA”,
de Miguel Hernández
¡Oh elegida por Dios antes que nada;
Reina del Ala, propia del zafiro,
nieta de Adán creada en el retiro
de la virginidad siempre increada!
Tienes el ojo tierno de preñada;
y ante el sabroso origen del suspiro
donde la leche mana miera, miro
tu cintura de no parir, delgada.
Trillo es tu pie de la serpiente lista,
tu parva el mundo, el ángel tu siguiente,
Gloria del Greco y del cristal orgullo.
Privilegio de Judea con tu vista
Dios, y eligió la brisa y el ambiente
en que debía abrirse tu capullo.
“AURORA DONDE EL CIELO SE RECREA”
de Gerardo Diego
Alba, mírala bien, mira el lucero
de miel, casi morena, que trasmana
un rubor silencioso de milgrana
en copa de ganado placentero;
la frente como la sal en el estero,
la risa con repique de campana
y el labio en que despunta la mañana
como despunta el sol en el alero.
¡Alba, mírala bien! y el mundo sea
heno que cobra resplandor y brío
en su mirar de alondra transparente;
aurora donde el cielo se recrea,
¡aurora tú que fuiste como un río
y Dios puso la mano en la corriente.
TÚ QUE SURCAS EL AIRE”
de Leopoldo Panero
Tú que surcas el aire y eres aire,
y eres gloriosamente transparencia,
y límpida materia en forma humana,
vuelve hacia mi tu aérea
majestad y reparte
la brisa de tus dedos cuerda a cuerda,
en el son prometido de mi alma
y en la música amarga de la pena.
Tú que estás a mi lado por las noches
velando oscuramente mi pureza,
y meciendo mi trigo jubiloso
y lavando mi risa en agua fresca,
vuelve hacia mí, Señora,
un poco de tu hermosura, y que la vea
mi corazón silente
a través del amor con vista trémula.
Enlaza los sarmientos de mis brazos
en tu misericordia y mi tiniebla
cubre con tu mirada
y tenme en tu regazo la cabeza.
“PEQUEÑA ESCLAVA”
de José Luis Martín Descalzo
“Pero tú has mirado a esta pequeña esclava,
has roto sus cadenas, has quebrantado su yugo,
y le has concedido la única sujeción que es libertad:
la de ser huija y esclava tuya.
Ah, ¡que dulces los hilos con tiras de mi alma hacia la luz!
Tus abrazos abrazan, no estrangulan.
Tú eres libertad, tu amor no pesa,
tu redil de pastor no tiene cerca.
Tú, dueño mío, amante mío, amor.
Eres la única esclavitud que no esclaviza”.
“ELEGIDA POR DIOS ANTES QUE NADA”,
de Miguel Hernández
¡Oh elegida por Dios antes que nada;
Reina del Ala, propia del zafiro,
nieta de Adán creada en el retiro
de la virginidad siempre increada!
Tienes el ojo tierno de preñada;
y ante el sabroso origen del suspiro
donde la leche mana miera, miro
tu cintura de no parir, delgada.
Trillo es tu pie de la serpiente lista,
tu parva el mundo, el ángel tu siguiente,
Gloria del Greco y del cristal orgullo.
Privilegio de Judea con tu vista
Dios, y eligió la brisa y el ambiente
en que debía abrirse tu capullo.
“AURORA DONDE EL CIELO SE RECREA”
de Gerardo Diego
Alba, mírala bien, mira el lucero
de miel, casi morena, que trasmana
un rubor silencioso de milgrana
en copa de ganado placentero;
la frente como la sal en el estero,
la risa con repique de campana
y el labio en que despunta la mañana
como despunta el sol en el alero.
¡Alba, mírala bien! y el mundo sea
heno que cobra resplandor y brío
en su mirar de alondra transparente;
aurora donde el cielo se recrea,
¡aurora tú que fuiste como un río
y Dios puso la mano en la corriente.
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